Felipe, un viejo enamorado.

martes, 11 de enero de 2011

Cada persona tiene un historia que contar, por muy sencilla y simple que parezca, y a veces...en algunos casos particulares quien menos te puedas imaginar no sólo tiene algo que decir si no que aquello que cuenta puede llegar a darte una perspectiva distinta de la vida.

El mes pasado conocí a un hombre llamada José Felipe Rafael, nombre un poco largo si así me permiten decirlo, pero lo llamaré sólo por "Felipe" (por ser uno de los nombres a los que más afín tengo). Realmente fue una total causalidad, dado que nuestro encuentro se efectuó a base de una entrevista (improvisada de mi parte) para la ayuda de un cercano amigo que estuvo de visita en el país.

A primera vista parece cualquier señor común y corriente, cojo por alguna extraña razón que más tarde nos explicó, quizás un poco en sobrepeso de piel más oscura de lo que podía creer (dada su descendencia) algo canoso, y dedos redondos, pero sobre todo con una mirada realmente impactante.

Iniciamos hablando de su infancia, cuando en épocas del Trujillato debía compartir los zapatos con su hermano para poder asistir a la escuela, trabajando desde la edad de 12 años y conociendo a quien fuera el amor de su vida a los 17. Confieso que realmente me enterneció escuchar la historia de Ligia, una mujer que por su descripción debía ser realmente hermosa, de ojos claros y cabellos pelirrojos…me la imagino como una belleza exótica en tierras del Caribe.

Llegando a tener su propia empresa, Felipe construyó una vida completa de la mano de la persona quien 30 años después de su muerte seguiría ocupando memorias y emociones en él. La llegada de cuatro hijos, la construcción de una hermosa casa, viajes y encuentros se resumen en lo que fue la dicha antes de la desdicha. Cuando por un accidente de tránsito Felipe casi pierde su pierna (motivo por lo que actualmente está cojo) y pierde en cuerpo a su amada Ligia.

Parecería como cualquier historia trágica luego de un accidente, dado que a partir de ese momento Felipe se vio en declive tanto emocional como profesionalmente, llegando a estar hasta la ruina, pero lo interesante es que más del dolor de la pérdida como un sentimiento de más de 50 años sigue anidando en el corazón de un hombre que sólo 30 años después pudo mencionar la palabra “Ligia”.

Un diario escrito por ambos relata poemas y versos de cartas escritas a mano, perdido quien sabe donde, pero Felipe, aún a pesar de su avanzada edad y una que otra enfermedad, mantiene vivo sin importar el tiempo ni la distancia de dos mundos que los han de separar.


Foto: Devianart.com

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