La Vida en Perspectiva

viernes, 2 de mayo de 2008
Han pasado más de 15 días, pero más vale tarde que nunca dice el dicho. Las actividades de los últimos días me han impedido ser puntual, y es por ello que debo ofrecer una disculpa.

Sin más, los dejo con la tercera entrega de "La Vida en Perspectiva". Esperando que este sea de igual o mayor agrado que los demás.

"Ojos de miel"

Sabia de historia, matemáticas y ciencias naturales. De cómo tratar a cierto tipo de gente en ciertas ocasiones, era experto en todo y nada se le era desconocido. Claro, eso hasta su llegada.

Dicen que sólo hace falta una mirada para cambiar el rumbo del destino, y esa mirada definitivamente había cambiado el rumbo del suyo.

Caminaba por las calles analizando ciertos asuntos sobre física, cuando sus ojos se toparon con aquella mirada tan penetrante transmitida por esos ojos color miel. Era extraño como luego de tanto leer, de tanto investigar y de tanto conocer sentía que por primera vez se encontraba ante algo totalmente inexplicable.

Desde aquel lunes de Abril buscaba crear las casualidades para volver a encontrarse con aquella mirada. Era tan inusual, tan increíblemente agradable, que por más que buscara razón alguna, simplemente no podía explicárselo.

Al vigésimo día de encontrarse por primera vez con aquella mirada a las 2 de la tarde, justo frente al Café de Don Pedro. Se dispuso a responder sus interrogantes, y para ello debía de acercarse al portador de esos ojos color miel que tanta fascinación le habían provocado.

Caminaba despacio, a cada paso que daba pensaba en una frase posible para presentarse y las posibles consecuencias que pudiera provocar. Era esa manía que tenia de analizar las cosas lo que muchas veces le impedía poder disfrutar del momento.

Estaba frente a frente a esos ojos, los cuales lo miraban un poco extrañados por aquel repentino acercamiento hacia ellos. Fue ahí que empezó a notar todos los demás detalles; aquel rostro de tez blanca con tonalidades rosa, pecas por doquier, hermosas pestañas, de cabello largo, labios finos. Era sencillamente bella.

- ¿Puedo ayudarlo en algo?- preguntó la joven dueña de los ojos más cautivadores que jamás hubiera podido ver

- No, en nada – contesto pasados algunos segundos- Disculpe- contestó el joven parado frente a ella como si acabara de cometer un pecado al dirigirse a ella.

Le sonrió, para luego retirarse y no volver nunca más a pasar por aquel lugar.

No volvió a encontrarse jamás con ellos, y no era necesario. Pues había entendido que en la vida simplemente habían cosas que no se podían explicar. Como el nunca pudo explicarse como podían existir unos ojos así que llegaran a cautivarlo de tal forma que había decidido no volver a verlos para no arruinar la magia que estos le provocaban.

3 comentarios:

Aripiano dijo...

Vaya vaya, que bien!!
ojos que hipnotizan, eso es muy interazante, pero pensandolo bien creo que he pasado por situaciones parecidas y no me habia dado cuenta,la verdad es que hay ojos que son imposibles de no admirarlos, pero en fin, es así!!

Dahiana J. dijo...

jejeje si asi es, pero tmb hay veces en no es tanto el color de ojos que se tenga, o los grandes o pequeños que puedan ser, es mas bien la mirada en si...lo profunda o vacia que pueda ser...

Joan Espino dijo...

Es justo lo que me sucede cuando veo a alguien por ver primera, espero no estropear mis pensamientos virtuales con sus realidades.

un abrazo dahi-jo!