La Vida en Perspectiva

martes, 17 de junio de 2008
Bienvenidos a las sexta (6ta) entrega de "La Vida en Perspectiva". A unas cuantas horas de cumplidos los 15 días establecidos, les traigo un cuento un tanto diferente a los demás el cual espero les agrade y disfruten.

"Gato nocturno"

Gato era de color negro azabache, de gran tamaño y hermoso pelaje. Tenía una mirada que podría matar a cualquiera y un semblante de señor de la alta. Daba la impresión de muchas cosas, a pesar de ser tan solo un felino.

Paseaba por las calles de la ciudad cuando el sol estaba oculto. La noche lo inspiraba a vaguear por ahí. Era mucho más divertido. De día siempre había una que otra persona o animal molestando.

Pensaba en lo poco productivo que había sido aquel día. Un ratón por allí, una que otra mirada de parte de algún humano, una pequeña riña con el perro del colmado, pero nada fuera de lo común. Un día aburrido igual que todos los demás.

Aún así estaba seguro de que la noche sería distinta. Las noches siempre eran distintas. Un ladrón por allí, un borracho por acá, un par de estudiantes caminando… si…definitivamente prefería pasear en la oscuridad de la noche.

Decía que aquella afición tenía que ver con su color negro. Aunque ¡claro! Eso solo era una teoría. Aquella noche en especial decidió variar un poco la ruta, y en vez de seguir las calles número uno y dos, entro a la tres y empezó a trepar los techos de las casas.

Sentía un poco de sed, por lo que notando una puerta abierta decidió inspeccionar el interior de aquella casa.

- ¿Quién a tan altas horas de la noche dejaría una puerta abierta?- se preguntaba mientras atravesaba el umbral.

Tenia un suave caminar, total, nadie lo esperaba y caminar apresurados era de tontos que no sabían aprovechar su andar. A penas se dio cuenta de la chica sentada en aquel sofá a la cual asustó de tal forma que casi grita. No, Gato no se detenía a observar pequeñeces como aquella.

Entro a una de las habitaciones y sin inmutarse ante el revuelo que había armado en la casa, siguió en su búsqueda. Al no encontrar nada, salió por donde mismo había entrado, y siguió paseando por los techos de la calle numero tres.

Finalmente consiguió un poco de agua de un envase que le habían dejado a uno de los tantos perros de la calle. Obviamente aprovecho que aquel pequeño durmiera para tomarse lo que quedaba, y se retiro contento de vuelta a su lugar de descanso.

¡Qué interesante resultaba ser la noche al pasear por las calles de la ciudad! La vida de un felino, era realmente buena.


2 comentarios:

Jhordy Rosario dijo...

Interesante :D, me parece haber escuchado parte de esta historia anteriormente!! jajaja!!

Dahiana J. dijo...

puede ser que parte de esa historia haya sido relatada tal cual sucedio...pero quien sabe.