Viajar representa para muchos aventureros, amantes de la fauna, flora y diversidad natural un placer incapaz de superar cualquier otra emoción.
Al recorrer lugares desconocidos, conocer personas nuevas, compartir con gente que nunca antes se ha pensado llegar tan siquiera a la esquina, las perspectivas cambian, nuevas ideas invaden el interesante mundo de la imaginación, hay una apertura a otros pensamientos y las metas se transforman totalmente o se fortalecen.
La región sur de la República Dominicana, tiene mucho que ofrecer. Contrario a la idea que se tiene de ser una zona árida, seca, donde no hay nada bello o interesante para ver, además de Bahía de las Águilas, lo cierto es que se trata de un espacio maravilloso muchas veces olvidado por el mundo, y más aún por los dominicanos.
Con aproximadamente 6 horas de recorrido en carretera, desde el norte hasta el sur, es mucho lo que se llega a apreciar. Desde grandes llanos de gran verdor, hasta enormes montañas arrodilladas ante un océano turquesa de agua salada.
“Barahona, una maravilla natural”, reza el eslogan de una campaña patrocinada por la comunidad y el Cluster Eco turístico de la provincia, invitando a los visitantes y transeúntes a conocer aquel rincón del mundo que ciertamente, no podía ser más que “una maravilla natural”.
Con más de 10 hoteles ubicados estratégicamente en toda la zona, para todos los gustos y bolsillos, Barahona ofrece un itinerario de grandes posibilidades: desde un paseo por la playa, de piedras blancas y agua cristalina, hasta una caminata por el Sendero de la Jibijoa, a 1,300 mts, sobre el nivel del mar, entre pinos, cabirma, palo colorao, manacla y algas, entre muchas otras especies vegetales.
Durante el día, el pueblo y gran parte de la región, se mantienen en un clima cálido, donde vestir cómodo y fresco es la mejor solución, pero en Cachote (un Rancho ubicado en las montañas) la temperatura baja hasta los 17 grados celcius, y menos, cuando todo aquel que no esté preparado para sentir un poco de frio, se congela. ¡Claro! Si allá en las montañas es como estar a los pies del cielo, y tocar las nubes es literalmente posible. Porque en definitiva, la experiencia de pasar una noche en Cachote, es en definitiva, celestial.
Amor a la naturaleza, una mochila con lo indispensable, un grupo de amigos y el ánimo hasta el tope, es lo único realmente necesario para disfrutar de un viaje que promete ser inolvidable. Entre cantos y risas, cuentos y chistes, la chercha y la jerga se conjugaron para apreciar una zona que más que maravillosa, sencillamente es asombrosa.
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