
Todos nos hemos visto en el penoso momento de tener mucho que decir, y al final no decir nada. Es como cuando un padre le pregunta a un hijo sobre el carro aboyado, y este no encuentra que decir habiendo formulado un sin fin de explicaciones anticipadamente; o cuando un muchacho le pide amores a una muchacha y esta no encuentra que responderle.
Y así surgen miles de situaciones en las que nos quedamos sin palabras, aun teniendo un sin fin de cosas que decir. Básicamente, es en ese estado en el cual me encuentro: el punto medio de un sin fin de ideas, pero nada concreto.
Suele sucederme (y muy probablemente a muchos de ustedes) en esas épocas donde ocurren tantos hechos inesperados, uno detrás del otro que apenas nos dan tiempo a reaccionar ante lo que se nos presenta.
Sin embargo, antes de concluir, es preciso que deje esclarecida dos ideas concisas:
- La primera: Ahora es cuando empiezo a hacer lo que realmente quiero hacer. Ahora es cuando me toca trabajar y disfrutar de ello.
- La segunda: Nunca se da uno cuenta de las necesidades que tiene hasta que siente la falta. En las ausencias, es que puedo reconocer las presencias.
¿Cuáles son tus ideas? ¿Qué tienes tú que decir? A veces, no es necesario ponerse a darle demasiada mente, sin mucho que decir, se dice más de lo que se llega a creer.
2 comentarios:
Dahi..........nose que decir!!
naah en realidad no me gusta cuando pasan estas cosas pues termino lamentandome mucho tiempo, porque no dijiste nada?
Pero luego siempre encontramos el momento mas apropiado para hacerlo, no hay porque mortificarse.
Y otra cosa e...... e...... e...., bueno te digo despues!!
Asi es, siempre existe el momento exacto para decir las cosas, aunque a veces uno crea que no es asi.
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