Santiago. Como sucede frecuentemente, las urbanizaciones, residenciales y barrios van cambiando de manera significativa a medida que pasa el tiempo, y los Jardines Metropolitanos de esta ciudad no son la excepción.
El flujo continuo de inmigrantes de una zona a otra, conlleva a que su destino final se modifique de manera significativa. Esta es la principal causa de que ciudades y grandes metrópolis se hayan convertido en lo que son, al recibir a la creciente cantidad de personas provenientes de distintos pueblos o campos.
Anteriormente considerada la zona de los abuelitos (“porque los abuelos de todo el mundo viven ahí”), los Jardines Metropolitanos pasó de ser una zona residencial tradicional, a un comercio en creces donde cohabitan restaurantes, licorstore, tiendas y bares, al mismo tiempo que viviendas y hogares. Transformándose en las noches en un comercio dinámico y de gran atractivo.
“Durante el día, todo es tranquilo no hay peligro alguno, pero en la noche es que llega la inseguridad” expresa Mariano Prieto, un joven estudiante, quien asiste con frecuencia a la zona. A medida que aumentan los comercios la seguridad va disminuyendo, el auge de personas en busca de diversión y fiestas, tanto jóvenes y adultos, asistentes a bares y licorstore, quienes al final de la noche terminan ebrios, “contentos” y hasta un poco violentos. Por su lado, el patrullaje de la policía suele ser constante, aunque no realice su labor como debe de ser, se han mantenido presentes.
En un lugar donde coinciden tanto casas como negocios, predomina una clase social de media a alta, y asiste gente pudiente o de recursos económicos favorables por lo que se define a sí misma como una pequeña metrópolis dentro de una ciudad antigua, llena de tradiciones dominada por la modernidad.
Por lo que mientras visitan a sus “abuelos”, tienen la oportunidad de salir comer, tomar o disfrutar de un rato agradable según sus gustos, pues al ser una zona de gran afluente comercial, de igual forma posee variedad y diversidad de estilos en un espacio, que como su nombre lo indica, encontramos los Jardines de una tradición que se ha urbanizado hasta el punto de emerger su propia metrópolis.
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