Luego del hecho vienen las consecuencias, y es justo lo que los medios de comunicación, las organizaciones internacionales y las fundaciones entre otras, han demostrado. Miles de vidas perdidas, un sin fin de escombros, y una ayuda masiva por parte de todos alrededor del mundo.
¿Hubiera tenido el mismo efecto si los medios no estuvieran dedicados a mostrar lo que pasa en esa zona de desastre? ¿Cuando las imágenes en video y fotografías se calan en el alma y solo provoca una intensa impotencia por no saber qué hacer?
El día de ayer, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, y sus estudiantes, mostraron que sin importar el color de la piel, el lenguaje que se hable, la procedencia o estatus económico, cualquier cosa es posible si se une a una causa.
Durante todo el día se estuvo recibiendo a jóvenes dispuestos a donar su sangre para la causa, al mismo tiempo en el decanato, se estuvo recibiendo agua, medicamentos y enlatados los cuales serian transportados una vez caída la noche. 
La dualidad de ambas actividades donde por un lado el salón CE-101 se encontraba repleto de estudiantes que aguardaban impacientes en la fila, mas la colaboración de otros que se dedicaban a llenar aquel furgón de donaciones, mostro una gran solidaridad por parte de los humanos residentes en esta ciudad. 
Confirmando, que lamentablemente para que las personas abran los ojos, necesitan de las catástrofes y las crisis. El problema no se resolverá hoy o mañana, pero se espera que la nación hermana pueda surgir de entre sus escombros con la ayuda que se ha ofrecido hasta el momento.
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