De turismo, racismo y otras discriminaciones...

domingo, 22 de agosto de 2010

Viajando fuera del país que nos vio nacer, crecer y desarrollarnos es mucho lo que podemos llegar a conocer y aprender sobre otras culturas, pueblos, sistemas y sobre todo, del mundo y esas cosas que lo conforman.

Cuando en un país de los llamados "desarrollados", asistes a museos, parques, lugares de recreo a un costo igual que cualquier otro, tanto extranjero como nacional, piensas en muchas cosas que quizás encerrado en tu isla te habías perdido. Poder ir de turismo a museos o centros culturales, definitivamente es un lujo que pocos se pueden dar, pero al mismo tiempo es una apertura a que otras culturas aprendan un poco de otros pueblos, porque en ellos están plasmadas las historias y tradiciones que lo hacen ser.

Y es una muestra mayor de integración cuando el costo para asistir a dichos lugares es el mismo para todos, sin embargo cuando al regresar a nuestro propio país, y asistir a una institución turística, donde si eres nacional el costo es de solo $20 pesos, pero si eres extranjero te toca pagar $70 sientes cierta vergüenza y desprecio por aquellos "ministerios" encargados de propiciar esos sectores de un Estado que no termina de desarrollarse.

Xenofobia, discriminación y racismo son las palabras que me llegan a la mente, cuando un grupo de estudiantes ojos azules, de piel blanca y al altos, acompañados de una traductora deben devolverse por donde vinieron, al escuchar que la encargada de vender unos tickets para la entrada a un centro turístico/cultural les cobra la suntuosa cantidad de $70 pesos mientras que a aquellos narices anchas, tez oscura y muchas veces "pelo malo" los dejan con el cómodo precio de $20.

"Son reglas de la institución" se disculpa la muchacha que no estoy segura si sentirá la misma pena y vergüenza al ver algo así. ¿Cuál es la razón? El motivo por el que se deba marcar una diferencia tal entre nacionales y extranjeros no me viene a la cabeza, por más que lo pienso y analizo. Y es hasta cierto punto indignante, ver que por más que se quiera pretender un avance, algún tipo de progreso, todavía es mucho lo que le falta a una cultura anclada en medio del océano para poder considerarse "civilizada", cuando hechos como estos ocurren, más aún de forma tan pacífica y casi imperceptible.

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