Protestar o no protestar esa es la cuestion

viernes, 20 de agosto de 2010

El 9 de Septiembre de 1962 se fundó una de las universidades de más prestigio y renombre del país, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), ubicada en la ciudad de Santiago. Al principio, vista como una universidad para personas ponderadas, a pesar de que su terreno fue donado para estudiantes de escasos recursos.

Luego incurrió en el sistema de crédito educativo, entre otras ayudas económicas, que con algunas instituciones, incluyendo el mismo Estado, procuraba que todo aquel con potencial en determinadas áreas pudiera tener la oportunidad de realizar una carrera o estudios de grado a pesar de sus escasos recursos económicos.

Sin embargo, por las recurrentes situaciones tanto nacionales como mundiales, el país se ha visto afectado por un declive económico obligado haciendo que muchas de las pequeñas y medianas empresas conocidas como PYMES, quiebren, que ingenieros, licenciados, doctores, terminen trabajando de obreros en los Estados Unidos, y por ende que el costo en la educación suba a limites exagerados.

Por ende no se no es de extrañar que tan reconocida institución haya caído bajo el manto de situaciones fuera de su alcance. Y seamos sinceros, hablamos de una institución que realmente no podría subsistir sola, porque aunque usted no lo crea, mantener un campus en buen estado, los laboratorios, pupitres, pizarras, el sueldo para docentes, implica la inversión de millones y millones de pesos al año, que sólo la matrícula de los estudiantes no puede costear.

Claro que ante una situación donde tanto la inscripción como el crédito aumentan sin aviso previo alguno, la alarma y la desesperación hacen acto presente convirtiendo una situación que podría ser moderada, en el caos.

Las personas, los estudiantes tienen derecho y el deber de reclamar, pero el tacto de cómo realicen esa protesta definirá el éxito o fracaso de la misma. Como estudiantes universitarios, que abogan por un título de grado, futuros profesionales que llevaran las riendas de un país que no ha logrado salir de la precariedad es necesario sentarse y pensar.

Una huelga nunca podrá se la solución ante un problema que no sólo compete a las entidades administrativas, sino a todo un conglomerado de personas involucradas: estudiantes, maestros, padres, etc. Para demandar una situación, es un proceso el cual debe seguirse, y antes de salir a las calles a reclamar entre pancartas y gritos, es necesario respirar y hablar con calma y cautela.

El diálogo es el primer paso de todo lo que conlleva exigir o demandar. Una vez este no funciona, entonces se recurren a otros recursos sin atentar contra la imagen de aquel organismo que en primer lugar se ha elegido bajo las circunstancias que fueren como casa de estudios.

La decisión está en cada quien, según su criterio y buen concepto de las cosas, pero es importante saber que cada decisión tomada, implica una consecuencia irreversible.

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